Karolina Adamczak

Las fotografías que acompañan el video muestran a las mismas figuras que aparecen en pantalla, capturadas en distintos momentos de sus vidas. Vemos los rostros de abuelos, padres y la niña: retratos de tres generaciones que, en conjunto, componen la historia de la parcela y  del piso. Las imágenes retratan tanto la vida familiar entre estos dos lugares como los espacios intermedios que conectan ambos mundos: la entrada al piso, la puerta de la parcela y los caminos que los unen. La serie incluye también fotografías de la naturaleza: flores y plantas que crecieron en el jardín a lo largo de los años. Su ciclo, de la semilla a la floración y al marchitamiento, se convierte en una metáfora de la vida humana: nacimiento, crecimiento, madurez, muerte y huellas que permanecen en la tierra y en la memoria. Un signo especial de esta continuidad son las flores amarillas que crecen junto a la caseta de la parcela, presentes en las primeras fotografías y todavía visibles en los últimos planos del video, ya tras la venta. Su persistencia, más allá del tiempo de uso de la parcela, se convierte en símbolo de una memoria que sobrevive al lugar y a las personas. Entre los pisos y los jardines es una narración sobre la vida cotidiana inscrita en los lugares, sobre la comunidad familiar y los ciclos de la existencia. El piso y el jardín, mundos en apariencia separados, forman un todo en el que el hogar se extiende entre ambos espacios, inscrito en el trayecto, en las experiencias diarias y en la memoria. Es una historia que recuerda que los espacios en los que vivimos no se componen solo de muros y jardines, sino también de tiempo, afectos y personas que les dan sentido.